PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA OLIVA - DOS HERMANAS
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domingo, 25 de enero de 2015

Mantenerse al día

El Centro de Orientación Familiar Diocesano de Dos Hermanas nos ofrece en las próximas semanas dos actos muy interesantes para la formación familiar.

En primer lugar se trata de una charla, impartida por miembros del cuerpo nacional de policía, sobre los riesgos del uso de las redes sociales en internet, tema de máxima actualidad por la implicación de todos y, especialmente, de nuestros hijos.
La segunda actividad es una conferencia de don Mario Iceta, obispo de Bilbao y presidente de la Subcomisión para la familia y defensa de la vida de la Conferencia Episcopal Española. En ella se abordará la actualización del evangelio de la familia en nuestra sociedad.


Para más información pincha en las imágenes.

domingo, 18 de enero de 2015

Familias vivas


En este comienzo de año animamos a todas las familias a renovar su compromiso diario en el testimonio del evangelio.  Por ello, ofrecemos una serie de enlaces, además de los que ya han aparecido en este blog, a sitios web donde encontrar la posibilidad de compartir necesidades y experiencias como familias vivas en nuestra sociedad:

Si queréis facilitarnos otras direcciones, por favor, enviadnos los datos a nuestro correo para incluirlas en esta entrada. Gracias a todos por colaborar en la difusión de los recursos que, como familias católicas, tenemos para la formación y el compromiso.

domingo, 11 de enero de 2015

Disfrutar cada momento


Enero  2015
Gracias por vuestra generosa decisión. Estamos llamados a vivir con plenitud y alegría cada instante de nuestras vidas. Y será el otro quien dé sentido a la entrega mutua.

Que seamos fieles al Padre que nos quiere siempre y nos acepta tal y como somos. Y que la figura de María esté presente en cada familia.

¡Enhorabuena y adelante!

domingo, 4 de enero de 2015

Los regalos de los Reyes Magos

En estas fechas resulta interesante recordar el sentido de las ofrendas de los Magos de Oriente. Para ello traemos hoy un artículo de don Guillermo Juan Morado, sacerdote, doctor en Teología por la PUG de Roma y licenciado en Filosofía, titulado Oro, incienso y mirra

Los Magos, al ver a Jesús con María, su madre, “cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra” (Mt 2,11). Los Magos son los segundos destinatarios de la revelación del nacimiento de Cristo.
Los primeros son los pastores, que representan a los apóstoles y a los creyentes del pueblo judío. Luego, los Magos, que prefiguran la plenitud de las naciones; es decir, a las gentes que vienen a Cristo desde lejos. Finalmente, los justos, los que más anhelaban su venida. A estos últimos se dio a conocer Jesús en el Templo.
¿Cuál es el sentido de estos regalos: el oro, el incienso y la mirra? El oro es un símbolo de la realeza. Jesús es el Rey, pero no es un rey como los reyes de la tierra. Santo Tomás, citando a San Juan Crisóstomo, comenta que “si los Magos hubieran venido en busca de un rey terrenal, hubieran quedado confusos por haber acometido sin causa el trabajo de un camino tan largo”.
Jesús es un Rey celestial. Su reino no es de este mundo (cf Jn 18,36). La realeza de Cristo se ejerce “atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y su resurrección” (Catecismo 786). Su dominio real se traduce en servicio, en entrega, en dedicación a los otros, especialmente a los pobres y a los que sufren.
El incienso nos remite a la divinidad. Jesús no es sólo un hombre; es el Hijo de Dios hecho hombre. Los Magos “veían a un hombre, pero reconocían a Dios”, escribe el Pseudo-Crisóstomo. No se escandalizan de su pequeñez, de su debilidad, de su limitación. Ven en el Niño a Dios.
La mirra se empleaba para embalsamar a los cadáveres. Jesús “había de morir por la salvación de todos”, comenta San Agustín. Se trata, pues, de un signo de la humanidad del Señor, que no dudó en compartir nuestra condición humilde y abocada a la muerte.
San Gregorio Magno encuentra nuevos significados para estos tres presentes. El oro, dice, es la sabiduría; el incienso, es la virtud de la oración; la mirra, la mortificación de la carne: “Ofreceremos, pues, oro a este nuevo Rey, si resplandecemos delante de él con la luz de la sabiduría; el incienso, si por medio de la oración con nuestras oraciones exhalamos en su presencia olor fragante; y mirra si con la abstinencia mortificamos los apetitos de la sensualidad”.
Todas nuestras ofrendas no tendrían valor si Cristo no hubiese convertido su vida en sacrificio “de olor agradable” (Ef 5,2). Todos nosotros, los cristianos, estamos ungidos, con el santo crisma, por una mezcla de perfumes de gran precio. Estamos llamados a exhalar el buen olor de Cristo (cf 2 Co 2,15).
Que cada uno de nosotros, como los Magos, ofrezca al Señor regalos conformes con su dignidad: la sensatez de reconocerlo como Dios, de adorarlo como merece y de ofrecerle la sujeción de las pasiones que nos confunden.

En el oro, el incienso y la mirra “se manifiesta, se inmola y se da en comida” Jesucristo. Él llega; en su mano “tiene el reino, y la potestad y el imperio”.