Buscamos una ropa adecuada, embellecemos nuestra imagen externa, nos preocupamos por atender a todos ... porque es importante en ese día tan especial para nosotros y nuestras familias. ¿Y el alma? ¿La limpiamos? ¿La preparamos para recibir el Sacramento del Matrimonio?
Sabemos que hay un sacramento que nos da la posibilidad de recomenzar nuestra relación con Dios, que nos permite reconocer nuestras debilidades y caminar con la disposición de vencerlas, que nos trae la alegría del perdón : el Sacramento de la Reconciliación. La verdadera conversión exige de nosotros algún signo que muestre nuestro arrepentimiento y nuestro deseo de acercarnos a Dios y al Evangelio de Jesús.
Acerquémosnos también a nuestra boda con el alma nueva gracias a la confesión, que se nos presenta como un camino para llegar a la unión con el otro de manera coherente con nuestra fe.