En esta Semana Santa que comienza, en la que recordaremos la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, tenemos la oportunidad de ser testigos del evangelio, renovados por la reconciliación y apoyados en la oración.
En esta ocasión, la reflexión de Hablar con Dios nos ayuda a reconocernos imperfectos y, también, nos invita a perseverar en la oración siendo fieles a la Buena Noticia.
Por muy
grandes que puedan ser nuestros pecados, el Señor nos espera siempre para
perdonar, y cuenta con la flaqueza humana, los defectos y las equivocaciones.
Está siempre dispuesto a volver a llamarnos amigo, a darnos las gracias necesarias para salir adelante, si
hay sinceridad de vida y deseos de lucha. Ante el aparente fracaso de muchas
tentativas debemos recordar que Dios no pide tanto el éxito, como la humildad
de recomenzar sin dejarse llevar por el desaliento y el pesimismo, poniendo en
práctica la virtud teologal de la esperanza.
Pero
ahora le aseguramos que queremos seguirle de cerca; queremos permanecer con Él,
no dejarle solo. También en los momentos y en los ambientes en los que no es
popular declararse discípulo suyo. Queremos seguirle de cerca en medio del
trabajo y del estudio, cuando vamos por la calle y cuando estamos en el templo,
en la familia, en medio de una sana diversión. Pero sabemos que por nosotros
mismos nada podemos; con nuestra oración diaria, sí.