PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA OLIVA - DOS HERMANAS
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domingo, 29 de mayo de 2016

Hijos y Eucaristía

Piensa en las diferentes maneras en las que celebramos comidas hoy en día. Cuando un familiar se va a marchar de la casa o cuando regresa tras haber estado un tiempo fuera; cuando hay acontecimientos importantes en nuestra vida, como bodas, bautizos, comuniones. Las comidas son oportunidades para crear y revivir recuerdos. Por ello no es un accidente el que cuando Jesús quiso que recordáramos el don de sí mismo, él nos diese ese don precisamente durante el transcurso de una comida.
La hora de comer es una oportunidad natural con la que podemos ayudar a nuestros hijos a entender la Eucaristía:

  1. Ayudándoles a ver la relación que existe entre la mesa del comedor de su casa y la mesa del Señor en la iglesia. Cada semana, haz que tus hijos estén atentos durante la misa y busquen similitudes entre ésta y la preparación y gozo que tienen lugar cuando se reúnen para comer en la casa. Cuando celebramos una comida especial nos reunimos, oramos pidiendo la bendición de Dios y compartimos historias a la vez que compartimos la comida. En la misa nos reunimos y escuchamos historias del amor que Dios tiene por nosotros y que demostró enviándonos a Jesús. A continuación, mediante el ministerio del sacerdote, nos ofrecemos nosotros mismos y nuestra vida a Jesús y le damos gracias por todo lo que hace por nosotros. Luego, recibimos a Jesús en la Sagrada comunión.
  2. Hablándoles de lo bueno que es el estar presentes el uno para el otro. Nuestros hijos saben que cuando papá o mamá están distraídos, entonces no están realmente presentes. También saben cuándo estamos totalmente atentos a ellos. Díganles que durante la misa Cristo está totalmente presente, atento a ellos y que podemos hablar con Jesús de la misma manera que lo podemos hacer con nuestros padres, abuelos o nuestro mejor amigo. Pueden ofrecerle sus problemas a Jesús durante la misa, así como pueden llevarle también sus alegrías y gozos. Le pueden contar a Dios sus preocupaciones y pedirle su ayuda.
  3. Mostrándoles cómo cada misa tiene un mensaje especial para ellos. Lo único que tienen que hacer es estar atentos. Ya que Jesús está presente en la misa, ésta es una oportunidad para que abramos nuestro corazón y nuestra mente para recibir lo que Jesús quiere compartir con nosotros. Podemos escuchar a Jesús en las lecturas. Podemos escuchar a Jesús en la homilía del sacerdote o del diácono. Podemos escuchar a Jesús en nuestro corazón cuando oramos y cuando participamos en la misa.
(Extraído de loyolapress.com)

domingo, 22 de mayo de 2016

Cursillos en Sevilla 2016

Insertamos el enlace correspondiente al documento actualizado, publicado por la Delegación Diocesana de Familia y Vida, con las fechas de los cursos para la preparación al sacramento del matrimonio hasta diciembre del presente año.

domingo, 15 de mayo de 2016

Celebración de Pentecostés

Pentecostés es una festividad de carácter religioso que se celebra cincuenta días después de la Pascua, poniendo término al periodo pascual. Como tal, es celebrado tanto en la religión judía como en la cristiana.
Para los judíos, Pentecostés supone la celebración de la entrega de la Ley a Moisés en el monte Sinaí, cincuenta días después del éxodo, mientras que para los cristianos es la conmemoración del descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles de Jesucristo, que marca el nacimiento de la Iglesia.
Etimológicamente, la palabra proviene del latín Pentecoste, y esta a su vez del griego πεντηκοστή, (pentecosté), que significa ‘quincuagésimo’, haciendo alusión, precisamente, a los cincuenta días que transcurren desde la Pascua hasta Pentecostés. 
Los judíos celebran Pentecostés cincuenta días después de la Pascua del Cordero para conmemorar el encuentro entre Dios y Moisés en el monte Sinaí, y la entrega de la Ley al pueblo de Israel, que simboliza el nacimiento del judaísmo. Este evento, según es narrado en el libro del Éxodo, en el Antiguo Testamento, ocurrió cincuenta días después de la salida del pueblo hebreo del cautiverio de Egipto.
Como tal, Pentecostés también está históricamente asociado a la Fiesta de las Semanas o la Fiesta de las Mieses, una celebración que tenía lugar siete semanas después de la Pascua, en la que se daba gracias a Dios por el fruto de las cosechas.
Los cristianos celebran en Pentecostés la venida del Espíritu Santo, que tuvo lugar, según la Biblia, el quincuagésimo día después de la Resurrección de Jesucristo.
El Nuevo Testamento relata el descenso del Espíritu Santo durante una reunión de los Apóstoles en Jerusalén (Hechos de los Apóstoles, II), acontecimiento que marcaría el nacimiento de la Iglesia cristiana y la propagación de la fe de Cristo.
Por ello, la Iglesia dedica la semana de Pentecostés en honor al Espíritu Santo, pero también celebra la Consagración de la Iglesia, cuyo principio lo marca esta epifanía. Para la liturgia católica, Pentecostés es la cuarta fiesta principal del año y, según el calendario, puede celebrarse entre el 10 de mayo y el 13 de junio.

Más información en Fiesta de Pentecostés y Especial de Pentecostés.


domingo, 8 de mayo de 2016

Acompañar a las familias

Acompañar a las parejas durante sus primeros años de vida en común se ha convertido en una tarea urgente para la Iglesia.

En esta línea, las diócesis del País Vasco presentan el portal nuestroproyecto.net creado para ayudar a los matrimonios y a los responsables de su formación. Se afrontan los distintos aspectos de la vida familiar (comunicación, paternidad, sacramentalidad y testimonio) para asentar de manera consistente los pilares de una vida en común.

En Toledo, desde la Delegación de Familia de la Archidiócesis, se ha manifestado una honda preocupación por los matrimonios jóvenes que después de casados no continuaban el contacto con la parroquia y que presentaban problemas de relación entre los cónyuges pasado un tiempo desde la boda. Así nace Family Rock, un proyecto orientado a las parejas a las que se ofrecen recursos para afrontar dificultades en los primeros años de matrimonio.

domingo, 1 de mayo de 2016

Salve Regina

Una oración antigua siempre nueva.

En la formación religiosa de todo cristiano ocupan un lugar muy relevante aquellas plegarias que desde niños hemos estado escuchando y rezando. De una forma imperceptible pero eficaz esas oraciones han ido formando nuestra piedad y delineando nuestro trato con Dios, con la Santísima Virgen, con el ángel de la guarda y con los santos; han enriquecido nuestra oración con unas determinadas actitudes, sentimientos y modos de invocar que sin duda influyen hoy en nuestra vida.
Sin embargo, tales oraciones, a base de repetición, pueden perder su brillo y atractivo, como ciertas hermosas catedrales y monumentos que ya no inspiran nada al transeúnte que ha vivido siempre frente a ellas. No obstante, bastaría detenerse un momento y contemplarlas tranquilamente para arrancarles nuevos secretos y emociones.
Una de estas oraciones es Salve Regina. Se trata de una oración muy antigua: consta por la historia que ya existía en el siglo XI, antes de la primera cruzada y, de hecho, su vocabulario rebosa de la cortesía y galantería que por aquellos tiempos se comenzaba a abrir paso en la sociedad. La Salve es una oración que ha gustado en todas las épocas por su brevedad y sencillez, por su ternura y profundidad, en la que se entrelazan de modo admirable la tristeza del peregrino y la esperanza del creyente: no por nada, tanto los franceses como los españoles y alemanes se han disputado siempre su autoría.
La Salve es un maravilloso ejemplo de lo que significa una oración "esencial". En ella se hace una única petición: et Iesum, benedictum fructum ventris tui, nobis post hoc exsilium, ostende. Esta única súplica va precedida de un saludo (Salve, Regina, Mater misericordiae, vita, dulcedo, et spes nostra, salve) y de una breve presentación (Ad te clamamus, exsules filii Hevae; ad te suspiramus, gementes et flentes in hac lacrimarum valle). Termina con una brevísima "coda": O clemens, o pia, o dulcis Virgo Maria.

Saludo
El saludo es una sucesión rápida pero abundante de piropos, que tienen la función de atraer la mirada y ganar la benevolencia de la Santísima Virgen. Los latinos dirían que es la captatio benevolentiae con la que debe comenzar todo buen discurso.
- Salve es el típico saludo latino, respetuoso y familiar al mismo tiempo, y ciertamente, no tan solemne como la traducción española: "Dios te salve". Es simplemente un augurio de buena salud.
- Regina: es el primer piropo de la oración. Es verdad que María es Reina, pero no es normal que un hijo llame así a su madre: nosotros no nos dirigimos a nuestras madres recordándoles sus títulos: "doctora o licenciada"... Si alguna vez lo hacemos está claro que hay de por medio una intención bien concreta: queremos llegar a nuestra madre por el lado femenino -toda mamá guarda siempre algo de la coquetería femenina- para obtener mejor lo que deseamos. Por otra parte, este título también nos recuerda -a María y a nosotros- que Ella, por ser reina, es poderosa y puede concedernos lo que le pedimos.
- Mater misericordiae: inmediatamente después la oración pasa al título más querido por nosotros: Mater. Y además, con un matiz especial: misericordiae. El que suplica quiere salir al paso, cuanto antes, de una posible objeción: es cierto que él no se presenta con méritos y que no tiene ningún derecho para obtener lo que pide. Su único argumento es que Ella, María, es misericordiosa. También el Mater misericordiae se podría traducir, aunque no es el sentido de esta oración, como "Madre de la Misericordia", es decir, Madre de Cristo, de Jesús, que es la misericordia infinita, como diciendo: "Tu hijo no tendría ningún problema en que me concedieras esto que te pido... Él es la misericordia misma".
- Vita, dulcedo: apelativos muy tiernos y cariñosos. Creo que no hay oración mariana en la que le dirijamos nombres más dulces: "mi vida... dulzura...". Spes nostra: el adjetivo "nuestra" nos indica que cuando rezamos esta oración no nos presentamos a María como hijos únicos, sino junto con todos los hermanos. Si ya de por sí es difícil a una madre resistirse cuando su hijo le pide algo, ¿qué será cuándo se le presentan todos al mismo tiempo?