Piensa en las diferentes maneras en las
que celebramos comidas hoy en día. Cuando un familiar se va a marchar de la
casa o cuando regresa tras haber estado un tiempo fuera; cuando hay
acontecimientos importantes en nuestra vida, como bodas, bautizos, comuniones.
Las comidas son oportunidades para crear y revivir recuerdos. Por ello no es un
accidente el que cuando Jesús quiso que recordáramos el don de sí mismo, él nos
diese ese don precisamente durante el transcurso de una comida.
La hora de comer es una oportunidad
natural con la que podemos ayudar a nuestros hijos a entender la Eucaristía:
- Ayudándoles
a ver la relación que existe entre la mesa del comedor de su casa y la
mesa del Señor en la iglesia. Cada semana, haz que tus hijos estén atentos
durante la misa y busquen similitudes entre ésta y la preparación y gozo
que tienen lugar cuando se reúnen para comer en la casa. Cuando celebramos
una comida especial nos reunimos, oramos pidiendo la bendición de Dios y
compartimos historias a la vez que compartimos la comida. En la misa nos
reunimos y escuchamos historias del amor que Dios tiene por nosotros y que
demostró enviándonos a Jesús. A continuación, mediante el ministerio del
sacerdote, nos ofrecemos nosotros mismos y nuestra vida a Jesús y le damos
gracias por todo lo que hace por nosotros. Luego, recibimos a Jesús en la
Sagrada comunión.
- Hablándoles
de lo bueno que es el estar presentes el uno para el otro. Nuestros hijos
saben que cuando papá o mamá están distraídos, entonces no están realmente
presentes. También saben cuándo estamos totalmente atentos a ellos.
Díganles que durante la misa Cristo está totalmente presente, atento a
ellos y que podemos hablar con Jesús de la misma manera que lo podemos
hacer con nuestros padres, abuelos o nuestro mejor amigo. Pueden ofrecerle
sus problemas a Jesús durante la misa, así como pueden llevarle también
sus alegrías y gozos. Le pueden contar a Dios sus preocupaciones y pedirle
su ayuda.
- Mostrándoles
cómo cada misa tiene un mensaje especial para ellos. Lo único que tienen
que hacer es estar atentos. Ya que Jesús está presente en la misa, ésta es
una oportunidad para que abramos nuestro corazón y nuestra mente para
recibir lo que Jesús quiere compartir con nosotros. Podemos escuchar a
Jesús en las lecturas. Podemos escuchar a Jesús en la homilía del
sacerdote o del diácono. Podemos escuchar a Jesús en nuestro corazón
cuando oramos y cuando participamos en la misa.
(Extraído de loyolapress.com)