La idea errónea de que quienes viven en unión libre son más felices que los casados por la Iglesia viene de una visión ofuscada de la realidad del
amor conyugal como
Sacramento.
A menudo las personas que prescinden del Sacramento del matrimonio, y también muchas que han fracasado en su matrimonio canónico, no han entendido lo que es el amor auténtico, ni el valor del Sacramento del matrimonio, ni la libertad verdadera que hay implícita, ni el camino de la santificación en familia.
Casarse por la Iglesia es emprender el camino de salvación en familia.
Un hombre y una mujer que se casan por la Iglesia con fe y convicción expresan un verdadero amor libre, porque
eligen vivir para siempre unidos con la acción de Dios, que nos hace y quiere libres.
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