PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA OLIVA - DOS HERMANAS
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domingo, 31 de agosto de 2014

Seguir a Cristo

Jesús establece las condiciones para seguirle: negarse a sí mismo y tomar la propia cruz. Para escuchar el evangelio de hoy se necesitan corazones recios, pero desconfiados de sí mismos; acostumbrados a enfrentarse con la dureza de la vida y que no escapan al sufrimiento. No son situaciones especiales, son suficientes las que la vida nos trae durante años y de las que tarde o temprano, nadie escapa: problemas familiares, enfermedades, sacar adelante la familia y el trabajo, soledad, limitaciones psicológicas, vacío y oscuridad durante años en la oración y celebración, apostolado generoso sin frutos… No es fácil ser cristianos adultos, porque Dios también quiere nuestra felicidad, no es un aguafiestas, quiere que tengamos gusto por la vida, el placer, la fiesta. Jesús no buscó el sufrimiento y no quiere que lo busquemos nosotros, pero lo que desea es que no huyamos de nuestra fidelidad al evangelio y el Reino y luchemos por la felicidad de los oprimidos, marginados, excluidos. Jesús no nos invita a sufrir, sino a amar, aunque nos pueda acarrear la persecución de los que viven mejor y con más privilegios.
Son los crucificados los que acaban triunfando, el que pierde la vida el que la encuentra, las paradojas de Jesús, por eso renegar de sí mismo y cargar con la cruz, no es renunciar a la vida feliz, sino aprovecharla mucho mejor, es optar por una felicidad más profunda y amplia para todos, que nace de la experiencia comunitaria y del seguimiento. Y es que en las actuales circunstancias: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida?”

Extraído del comentario del padre Julio César Rioja ,cfm, al evangelio de hoy -vigésimo segundo domingo del tiempo ordinario (Mt. 16, 21-27).

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