Durante
la homilía de la Eucaristía que clausuraba el VII Encuentro Mundial de las
Familias, celebrado en Milán del 30 de mayo al 3 de junio, Benedicto XVI reconoció que “vuestra vocación no es fácil de vivir,
especialmente hoy, pero el amor es una realidad maravillosa y es la
única fuerza que puede verdaderamente transformar el mundo”. El Papa dijo
que el amor entre los miembros de la familia -“fundada en el matrimonio entre
un hombre y una mujer” y abierta a los hijos- la lleva a ser imagen del Dios
uno y también de la Trinidad. El Santo Padre invitó a las familias a proteger ese tesoro
del amor familiar aprendiendo a “ser pacientes con los defectos de los demás,
saber perdonar y pedir perdón”, así como “superar con inteligencia y humildad
los posibles conflictos”. Terminó su homilía subrayando la importancia del
domingo, en un clima de fiesta, de celebración religiosa, de descanso y de vida
familiar.
Por
otra parte, en la Audiencia General del miércoles 6 de junio, Benedicto XVI
quiso recordar este Encuentro Mundial de Familias donde hizo "un
llamamiento a edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más una
familia, capaces de evangelizar no sólo con la palabra sino también con la fuerza
del amor vivido, porque el amor es la
única fuerza que puede transformar el mundo". Insistió en
que la familia se manifiesta como "una comunión de amor, fundada en el
matrimonio y llamada a ser santuario de la vida, pequeña Iglesia, célula de la
sociedad".
No hay comentarios:
Publicar un comentario